martes, 1 de febrero de 2011


El lente de la historia

El Perú en imágenes de Carlos “Chino” Domínguez


El archivo de Carlos “Chino” Domínguez, adquirido por la Universidad Alas Peruanas para su conservación, guarda cerca de un millón de negativos que recogen medio siglo de historia del Perú.

Por: Enrique Sánchez Hernani
Domingo 15 de Febrero del 2009

Debe tener los 76 años mejor vividos del reporterismo gráfico del Perú. Siempre al borde de la noticia, siempre al borde del peligro. Desde que en 1946 se fue a la Argentina a estudiar y a colaborar con la legendaria revista “El Gráfico”, Carlos “Chino” Domínguez no ha parado. Ha trabajado para casi todos los medios escritos importantes del Perú, aunque su fama la inició por 1963, cuando trabajaba para la revista “Caretas”. Su arrojo para conseguir fotos de mítines, manifestaciones o tragedias de la naturaleza lo hicieron célebre. Desde entonces ha acumulado un enorme archivo fotográfico de más de un millón de negativos.

Por razones que deben anidar en sus cromosomas, el “Chino” ama el peligro. Y antes que ese amor solo está la fotografía. Por eso a fines de los 70 aceptó ir por una agencia a fotografiar la convulsionada Nicaragua, que asistía a los últimos días de la dictadura somocista. Fue recomendado por un amigo peruano que conocía al secretario del dictador Anastasio “Tachito” Somoza.

En Managua se hospedó en el Hotel Intercontinental, al lado del búnker de la Guardia Nacional donde se resguardaba el tirano. El “Chino” logró que lo invitaran a la inauguración de una marisquera que apadrinaba el propio “Tachito”. Luego que este hablara tras una urna de vidrio blindado, muy campante se le acercó para hacerle más fotos. “Yo he conocido a su padre —le dijo al dictador— cuando lo invitó al Perú Manuel Odría”. “Tachito” esbozó una sonrisa. “Y le gustaba que le cantaran el valse “Nube gris””, continuó el “Chino” y se puso a tararear.

“Le miré los ojos de asesino; le temblaba la pupila”, recuerda el fotógrafo peruano. “Sírvanle un trago” pidió “Tachito”. Allí el “Chino” le hizo unos retratos más. Más tarde se hizo el borracho y le pidió al dictador que lo acercara a su hotel. “Ya, peruano, te llevo”, aceptó “Tachito”. Llegando al búnker, el “Chino” le pidió entrar a fotografiar sus álbumes, donde el déspota lucía su uniforme en West Point. Acabó fotografiándolo en su casa y con su mujer. “Pero por las noches me reunía con el Frente Sandinista”, revela el curtido periodista. Es decir, se la jugó.

Lente intrépido

El “Chino” también cubrió la huelga policial del 5 de febrero de 1975, cuando trabajaba para “La Crónica”. Él y el director del diario en ese entonces Guillermo Thorndike se enteraron de que se cocinaba una algarada policial y que el Ejército la debelaría. Entonces el “Chino” se dedicó a espiar los cuarteles. Una noche, merodeando el fuerte Hoyos Rubio del Rímac, se dio cuenta de que los tanques estaban por salir. En un auto del diario los siguió cautelosamente. Y pudo arribar con ellos a la sede de Radiopatrulla en La Victoria, en el mismo momento en que el Ejército la bombardeó y entró a sangre y fuego. Consiguió unas fotos terribles.

“En estas aventuras hay miedo, por supuesto —señala el “Chino”—, pero solo si te demoras mucho. Si piensas que es una chamba, que no va a pasar nada, no sientes nada”. Al siguiente día salió a recorrer Lima. En una tienda de ropa en la esquina de Emancipación con Camaná fotografió a un soldado cuando acribillaba a un ladrón que quiso ingresar a la tienda. En el centro de Lima, entonces, solo se oían las balas.

Pero uno de los principales trabajos de Domínguez ha sido retratar a los políticos. “Todos son vanidosos cuando les toman fotos”, revela, “el último ha sido Alan, aunque Haya también”. El “Chino” lo sabe porque alguna vez trabajó en “La Tribuna”, el informativo aprista. “Haya posaba; sacaba medio cuerpo cuando le hablaba a la multitud porque sabía que lo estaban enfocando”, señala. Otros han querido sobornarlo. Como cuando una vez le hizo una foto al parlamentario Róger Cáceres, en una sesión casi de madrugada, desencajado. Al día siguiente este lo fue a buscar a “Caretas” y le quiso comprar la foto, para que no aparezca en la revista. Le pasó un billete de 50 soles muy discretamente. “No”, le dijo el “Chino”. Y la foto se publicó.

También ha fotografiado a damas muy bellas, como a la actriz Miriam Reátegui, a quien le hizo unos famosos desnudos cuando estaba embarazada. Y a la Miss Universo de 1957, Gladys Zender, o a la Miss Mundo 1967, Madeleine Hartog Bell. Dice que ellas solo se dejaban fotografiar por un lado del rostro, alegando que el otro no les favorecía. Quien más le insistió en esto fue Libertad Lamarque, que solo quería que la fotografiasen por su lado izquierdo.

Ahora, retirado, extraña todos los modelos de cámaras Nikon que usó en su vida. Las quería no solo por su eficacia sino porque eran de acero sólido. Con ellas se hizo respetar ante algunos policías que le impedían cumplir con su trabajo, como aquel capitán que no quiso que fotografiara a Jorge del Prado cuando en un mitin alguien lo baleó. Lo noqueó de un camarazo. El “Chino” sonríe. Gajes del oficio.


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