Durante diez años, Tyler Bridges fue corresponsal de The Miami Herald en América Latina. En el 2009, el diario cerró su oficina en Caracas y lo enroló en esa legión de periodistas norteamericanos que han perdido el empleo. Dos semanas atrás, Bridges recibió el premio Maria Moors Cabot, de la Universidad de Columbia. Reportero freelance, casado con Cecilia Tait y padre de una niña, dice sentirse casi peruano, un amante del cebiche y el muelle de Chorrillos. Aquí el testimonio de su pasión y su vida.
Por María Isabel Gonzales
Fotos Sandro Mairata
Fuente: La República
-Recibiste el premio por tu trabajo como corresponsal en América Latina de The Miami Herald, pero hoy la mayoría de grandes periódicos cierra sus corresponsalías en el extranjero.
–Sí, es un tema de presupuesto. Yo trabajé en Caracas para The Miami Herald hasta hace un año. De pronto me dijeron ‘hasta acá nomás’. Regresé al Perú y estoy aquí como freelance. Casi todos los diarios de Estados Unidos han cerrado sus corresponsalías porque los ingresos por publicidad han bajado. La gente quiere leer gratis por Internet y los anunciantes retiran sus pautas publicitarias. Los diarios tienen que sobrevivir y cortan lo que es más caro: las corresponsalías. Antes de cerrar un diario prefieren sacar gente. Al menos el 25% de los periodistas han perdido sus puestos de trabajo en Estados Unidos. Están apuntando a lo digital, pero con una fuerza laboral reducida. Hace 15 años, The Miami Herald tenía cuatro corresponsales en América latina. Hoy tiene cero.
–¿Ves la misma dinámica en la prensa escrita de América Latina?
–Veo dos fenómenos: por un lado hay gente que lee periódicos por Internet, pero no es la gran mayoría. Aún está la idea de comprar el periódico físico. Ahora la gente tiene más capacidad adquisitiva y compra los diarios. En Brasil aumentó el tiraje porque hay más lectores y no todos tienen acceso a Internet y aquí pasa lo mismo.
–¿Qué significado le das al premio Maria Moors Cabot?
–Este es el primer premio que siento realmente mío. Antes he tenido reconocimientos en Luisiana, EEUU, donde trabajé por siete años. Y también como parte del equipo de The Miami Herald en Estados Unidos cuando ganamos dos Pulitzer, pero esta vez era algo que yo me aventuré a hacer. Supongo que ya no hay mucha gente que pueda hacer esto, pero a mí me gusta viajar, conocer gente y no hay mejor forma de hacerlo que ser periodista. Como tal he podido conocer un país porque tenía la licencia de hacer preguntas, ir a un lugar donde nunca habría ido. Y este reconocimiento me llena de satisfacción porque es el más importante que se le puede dar a un periodista que cubre América Latina. Junto a mí estaban otros ganadores como el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, quien esa noche de premiación recordó a su padre Pedro Chamorro, que también recibió el premio en 1977 y dos meses después lo mataron. ¿Te puedes imaginar esa sensación? Y esa semana fue una de las mejores de mi vida, cumplí 50 años y tuve a mi madre, dos hermanas, mi esposa Cecilia y mi hija Luciana conmigo. En definitiva este premio tiene muchas connotaciones para mí porque premia parte de mi vida y estoy muy agradecido.
–¿Y ahora en qué estás trabajando?
–Hace dos años empecé a escribir un libro sobre mi padre, que fue piloto en la Segunda Guerra Mundial. Este año debería haber viajado a Harvard donde gané una beca por un año, pero debido a la enfermedad de Cecilia preferimos esperar a que ella termine su tratamiento. El próximo año, en agosto, tomaré la beca y estudiaré periodismo online. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos y aceptar que todo está cambiando.
Comienzos
“Empecé como periodista en 1982 cuando me gradué de la Universidad de Stanford. Tengo 28 años en esta carrera. He trabajado en Washington, he cubierto elecciones en Luisiana y Florida y tengo diez años como corresponsal en América del Sur”.
–¿Por qué quisiste dedicarte al periodismo?
–Mi personalidad es la de un periodista, me gusta viajar, conocer gente nueva y soy muy curioso. Esa es la personalidad que debería tener un periodista. Esta es la única vida que tengo y no quisiera ninguna otra. No diría que lo que hago es supernoble, pero creo que hago una contribución a la sociedad con mis artículos. Si mañana ganara la lotería de 10 millones de dólares, haría exactamente lo mismo. Porque esto es lo que me encanta, es mi pasión, que la gente tenga mejor información.
–¿Cuál fue tu primera gran investigación?
–Fue sobre David Duke, un político que en 1989 se hizo famoso porque fue precandidato a presidente por el Partido Republicano y tenía un pasado oscuro como uno de los jefes del Ku Klux Klan. Lo investigué durante dos años para el The Times Picayune of New Orleans. Y tras todos esos artículos terminé haciendo mi primer libro.
En Sudamérica
“Entre 1984 y 1986 trabajé en Caracas para el diario The Daily Journal y de ahí empecé a viajar por Sudamérica. Fueron dos años como freelance quedándome tres meses en cada país”.
–¿Qué llamó tu atención al llegar a Caracas?
–Me sentí en otro mundo. Mira, te voy a poner un ejemplo, tanto en Caracas como en Washington hay un metro subterráneo. Para subir a la superficie debes tomar una escalera eléctrica. Y ahí ves dos tipos de personas, las que esperan que las suba la escalera o las que suben por su cuenta a pesar de que la escalera sigue en movimiento. En Washington había esos dos tipos de personas, pero en Caracas todos esperaban a que la escalera los llevara. Yo no soy así, yo soy de los que sube a trancos. La comida era diferente, el idioma me era difícil. No podía hablar por teléfono ni hacer mis entrevistas. Y la verdad es que me frustré mucho, tenía apenas 23 años y ahí estaba yo nadando en medio de todo eso. De pronto llegó una amiga a buscarme y ella me dijo ‘o puedes cambiar todo el país o tú puedes cambiar’. Y así fue, aprendí a ser más tolerante y paciente.
–¿Dónde empezó tu gira por Sudamérica?
–En Colombia, setiembre de 1986. Después Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y regresé a Venezuela. Recuerdo que al llegar a Colombia me impresioné porque era un país muy violento. Entrevisté al jefe de la corte suprema y tenía que pasar por rayos X dos veces antes de verlo. Me contó que dos de los 24 miembros de la corte fueron asesinados un año antes. Yo nunca había visto eso. En Perú hice un reportaje para un diario llamado Lima Times. Fui a Puno para hacer ese trabajo y conocí a Nicolás Lúcar, quien trabajaba para la revista Sí. Y en medio de la noche, la camioneta en la que viajábamos se detuvo porque estábamos en un área de Sendero Luminoso y no se podía seguir avanzando, había que esperar a la mañana.
–¿Qué recuerdas de cada país?
–En Bolivia, en 1987, fui al pueblito donde mataron al Che Guevara. Conocí a la mujer que cocinó su última comida, y en otra ciudad, en Santa Cruz, conocí al ex soldado que lo mató. En Chile, durante la dictadura de Pinochet, la policía rompió la puerta de donde yo vivía para buscar quién sabe qué. Ya muchos años más tarde fui a la selva de Ecuador, cuando se sacaron las minas antipersonales en la frontera con Perú –de la guerra del 96– hablé con una familia de la que uno de sus hijos tomó una mina que pensó que era un juguete y murió. Aquí en Sudamérica tú ves unas cosas que probablemente nunca verías en Estados Unidos. He conocido gente que no tiene nada en su bolsillo y que me prepara comida. He querido pagarles y me han dicho: ‘no señor, no es nada’. Y pienso que tengo más dinero en mi billetera de lo que ellos verán en dos meses. Es una nobleza impactante.
Perfil
• Nombre: Tyler Bridges.
• Lugar y fecha de nacimiento: Palo Alto, California, 26 de octubre de 1960.
• Estudios: Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Stanford.
• Trayectoria: 1982-84, editor de People & Taxes, Washington. 1984-86, reportero, The Daily Journal, Caracas, Venezuela. 1986-89, freelancer en Sudamérica para el Washington Post, The Wall Street Journal, Christian Science Monitor y otros. 1989-96, reportero, The Times-Picayune of New Orleans. 1997-2003, jefe de corresponsalía, The Miami Herald. 2003-2009, corresponsal Sudamérica para The Miami Herald.
Una mujer
–¿Cómo conociste a la que sería tu esposa, Cecilia Tait?
–En el 2000 vine al Perú para escribir un reportaje sobre los graduados de Stanford. Llegué a Lima a buscar a Alejandro Toledo y lo seguí por una serie de eventos, y de pronto vi a una mujer impactante, Cecilia Tait. Le pedí a Toledo su teléfono para una entrevista. Empezamos nuestra relación y en el 2002 nació nuestra hija. En todo ese tiempo yo viajaba entre Miami y Lima, porque trabajaba para el Miami Herald. Hasta el 2003, que hablé con mis jefes y pedí venir a Lima a vivir trabajando para ellos. Dijeron que harían una excepción, pero que me pagarían la mitad de lo que ganaba allá. En el 2007 me pasaron a tiempo completo, pero me pedían que vaya a Venezuela. Desde allá cubría toda Latinoamérica. Pero ahora que cancelaron la corresponsalía regresamos aquí con Cecilia y nuestra hija. No gano mucho dinero, pero soy más libre y hasta puedo ir al gimnasio todos los días.
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