sábado, 17 de noviembre de 2012


Fotoperiodismo: Martin Argles



A pesar de que la tecnología avanza, el papel del reportero gráfico seguirá siendo el mismo: ampliar nuestro conocimiento del mundo

Fuente The Guardian


A 12 años de edad, víctima de la enfermedad de Minamata, con su madre, 1971Ampliar imagen
Una víctima de la enfermedad de Minamata y su madre, 1971. Fotografía: W. Eugene Smith / Magnum Photos
El Fotoperiodismo moderno comenzó a ser posible con la llegada de la cámara Leica 35mm en Alemania a mediados de la década de 1920.Las revistas en Alemania y Francia empezaron a publicar, en lugar de un cuadro, conjuntos completos de imágenes para ilustrar las historias con mayor eficacia. Unos años más tarde, Roy Stryker, de la Farm Security Administration, dispuso que los fotógrafos capturaran los efectos de la sequía y la depresión en las comunidades agrícolas estadounidenses. La revista Life fue relanzado por Henry Luce en 1936.La agencia Magnum Photos, una respuesta a estos nuevos mercados, fue fundada por Henri Cartier-Bresson, Robert Capa y otros en 1947.
No hay ninguna indicación clara de cuándo el término (fotoperiodismo) fue utilizado por primera vez o por quién. Wilson Hicks lo destacó en 1952 en su libro, "palabras e imágenes"; es una posibilidad.
Mostrando compasión American GI hacia un soldado del Vietcong lesionadoAmericana IG ayudan a un soldado del Vietcong, 1968. Fotografía: Philip Jones Griffiths / Magnum Photos
El fotoperiodismo es quizás mejor descrito como la ilustración de un aspecto de la vida contemporánea en una serie de imágenes, generalmente en combinación con una historia escrita. A menudo refleja una preocupación social fuerte, a veces muy polémica. Algunos ejemplos son la obra de William Eugene Smith que cubre los efectos del envenenamiento por mercurio en Minamata (imagen principal) o el de Philip Jones Griffiths en Vietnam (ver arriba y abajo). Es "el fondo" y la naturaleza del fotoperiodismo que lo distingue de la obra igualmente importante de los fotógrafos de prensa, y la naturaleza contemporánea de la obra de fotógrafos documentales. Todos ellos se superponen y, todos ellos, al igual que el periodismo escrito, señalan la influencia de un mundo más amplio en nuestras vidas.
Las imágenes de la guerra de VietnamPhilip Jones Griffiths: "En una situación de tensión se necesita la capacidad de estar ahí, pero de alguna manera, a un lado." Fotografía: Philip Jones Griffiths / Magnum Photos

Un género instintivo

El fotoperiodismo no es un arte que se puede enseñar integralmente. Gran parte de este tipo de fotografía se basa en el instinto y la reacción: la conciencia del valor de cada imagen para narrar la historia, de la sensibilidad a la materia, de la composición, de la documentación de los acontecimientos en el tiempo, así como, inevitablemente, las restricciones, ya sea reales o imaginarias, que requieren las publicaciones para las que podría ser dirigidas las historias trabajadas.
La mayor parte de esto, si es que no es parte de alguna forma del carácter del fotógrafo, se adquiere mediante la experiencia, a menudo difícil de ganar a través de ningún tipo de educación específica. Sin embargo, hay ideas y lecciones valiosas que pueden ser transmitidas. En su forma más básica y general, una educación del fotoperiodismo debe enseñar a ver. Y, después de comprender qué, organizar una respuesta a lo que has visto.
Para hacer una metáfora extendida: Para alimentar a su familia que está de caza de ciervos es necesario comprender los hábitos de los animales, la forma en que se mueven, los caminos que toman. Pero también el cambio en su apariencia, a medida que avanzan a través de la luz moteada de un bosque o en la sombra de un acantilado. Usted necesita mirar el cielo para predecir cómo la luz puede cambiar. Es necesario comprender, a distancia, si la presa ha levantado su cabeza; es necesario un conocimiento completo de su entorno, de la naturaleza cambiante de la luz, de los hábitos de su previsto almuerzo Esta es la capacidad de ver. El fotoperiodista necesita esto antes de cualquier otra cosa.
Ahora bien, podrían quejarse de que esto es demasiado absurdoPero creo que la idea general sería que, antes que nada, hay que agudizar el nivel de percepción de lo que se ve, más que la vida cotidiana. Usted debe comenzar a perder nada.

Estar a gusto con su kit

Gordon Brown en el número diez en los últimos instantes de gobierno laboristaEn 2010, Argles Marin se concede acceso exclusivo al n º 10 para capturar los momentos finales del gobierno laborista. Fotografía: Argles Martin para The Guardian
Anticípese a la luz:  Debe ser consciente de su  presencia y reaccionar rápidamente cuando sea el momento adecuado. Cultive una relación natural y fácil con su equipo. Nada de lo que usted utiliza debe anteponerse en el camino de su respuesta a la historia. En los días de las cámaras de placas, fotógrafos de prensa se ​​fijaban que sus gráficos tuvieran una  velocidad a 1/250o de un segundo y una abertura de f / 8 (a distancia lente de aproximadamente 2 m): una combinación que todo lo abarca diseñado para capturar cualquier imagen en un apuro. El equipo actual es muy diferente, pero aun así la cámara debe efectivamente ser una extensión de las manos y los ojos. Cuanto menos obvio sea y utilice la forma más natural - como en las fotos de Gordon Brown (arriba) - será menos probable imponer su presencia en el tema. A veces, las imágenes, con la reacción de los sujetos hacia la cámara, parecen incompletas, sin el sello del fotógrafo y se debilitan como consecuencia de ello.
Elige el equipo que te resulte fácil de utilizar y acostumbrarte al uso de un número limitado de objetivos pequeños y portátiles. Trata de mantenerlo en un bolso o una bolsa decompra. Deseche la tapa del objetivo. Tenga la cámara configurada para utilizar todo el tiempo. Atesórela.

Encontrar algo nuevo que decir

Escoja una historia que tiene un significado especial para usted y  asegurese que no ha sido bien cubierto por otros. Durante la guerra civil de Libia, unos 400 fotógrafos independientes acreditados se presentaron  en la zona de conflicto. Muy pocos tenían nada nuevo que aportar a la historia. Decimos que, tal vez, un poco pretenciosamente, el papel de un reportero gráfico es "expandir nuestra conciencia del mundo en que vivimos" y proponer nuevas formas de relación con él. Esto puede ser en el desierto del norte de África o, por supuesto, en los suburbios de Londres. No tiene mucho sentido en seguir una historia a menos que las fotografías le den un nuevo ángulo. Piensa bien acerca de cómo el lector  interpretará tu publicación.
La fotografía digital e Internet han alterado radicalmente la práctica y el mercado de fotoperiodismo. Para algunos, esto ha significado un retroceso en la exclusividad . Para otros, la reacción ha sido la de construir imágenes de difusión, como photostreams en línea. Pero la habilidad de imágenes fijas para transmitir las ideas indirectas, complejas y nuevas sigue siendo una potente herramienta de comunicación y su autoridad vive a través de los ojos del fotógrafo, individuo tiene el potencial de cambiar las mentes y, a veces, incluso, para cambiar nuestro mundo para mejor .


lunes, 8 de octubre de 2012


Un Fotoperiodista que no pudo ser mutilado por el destino


Han pasado 4 años desde que el fotógrafo palestino Moamen Qreiqea, de 25 años, perdió sus piernas por culpa de un ataque aéreo israelí mientras tomaba fotos en la franja de Gaza. Ahora, cada día se levanta y sigue retratando ese conflicto con sus cámaras. Cumple con su misión de retratar la realidad en esa conflictiva zona.

Es padre de dos hijos y trabaja como fotoperiodista freelance para varios medios locales e internacionales. y para llegar a sus coberturas, requiere de la ayuda de varios de sus amigos que lo llevan en motocicleta a sus destinos. A pesar de la adversidad, sigue determinado a continuar con su carrera y a contar con imágenes un pedazo de la historia del pueblo Palestino.







lunes, 16 de julio de 2012


¿Fotoperiodista o mula de carga? Un repaso a los buenos y viejos tiempos de la fotografía y servicios de cable




Agence France Presse el fotógrafo Chris Wilkins transmite fotos desde un transmisor digital de Hasselblad Dixel duing sobre un ataque de misiles Scud en Dharan, Arabia Saudita, en la primera noche de la Guerra del Golfo Pérsico el 17 de enero de 1991. (Robert Sullivan / AFP)
Convertirse en un fotógrafo de agencia de noticias en 1987 tenía numerosos requisitos de trabajo que siguen siendo válidas hoy. Sin embargo, un requisito previo agotador ya no se requiere en el 2012.
En ese momento, los cables estaban representados por The Associated Press, Agence France-Presse, Reuters y United Press International. Los puestos de trabajo de los fotógrafos fueron muy buscados y difíciles de obtener.
Debía ser un fotógrafo bien recomendado, muy eficiente en las noticias y los deportes. Tenía que ser un periodista decidido, capaz de pensar con sus pies y tomar decisiones de cobertura sobre la marcha.Se requería, para ser un buen editor y productor de fotografías, derribar a los mejores cuadros y transmitir en los plazos más breves a los periódicos de todo el mundo. Los mejores fotógrafos de servicios de cable fueron capaces de manejar la competencia extrema y los plazos más difíciles.
Sin embargo, uno de los requisitos de trabajo más importantes hace 16 años era una espalda fuerte.Era necesario cargar y viajar, de un caso tras otro, con equipos a menudo con un peso de alrededor de 80 libras cada uno. Gracias a la evolución de la tecnología, esos días son un recuerdo lejano para los veteranos profesionales de los servicios de cable.
Los cambios en la calidad debido a la evolución de la tecnología son evidentes.
Cada seis meses, los líderes de la industria Canon y Nikon, sacan nuevos modelos de cámaras, cada vez más eficientes. Nos han acostumbrado desde hace algun tiempo a archivos de mayor tamaño para las fotos y a la transmisión a la velocidad del rayo de fotografías vía Internet.
El fotógrafo profesional de hoy necesita sólo una mochila para llevar todo lo necesario para disparar y entregar sus fotos.
Me uní a la agencia France Presse en 1986, como un fotógrafo de plantilla con sede en Washington, DC. La empresa nos dió kits de viaje que consistían en cinco grandes cajas plástico que contenían un cuarto oscuro y equipos de transmisión.
La primera caja contenía películas a color de 35 mm preparadas para ser desarrolladas. Este equipo consistía en tanques de acero para el procesamiento de hasta 16 rollos de película a la vez y hornos para mantener los productos químicos en un baño de agua constante de 100 grados. Lo más importante eran las botellas de soda cáustica química C-41 utilizadas para desarrollar la película.
A principios de 1970 la United Press International UPI utilizó el Modelo 16-S para transmisión de fotos en negro y blanco a base de un tambor rotatorio. Se muestra cómo el transmisor se conecta a la línea telefónica. Transmisión de señales analógicas a través de una línea telefónica. Cada transmisión tomaba alrededor de 8-9 minutos. Este transmisor particular, estuvo en uso en la UPI hasta 1991 más o menos. (Andy Scott / fotógrafo del personal)
Las otras cajas contenían equipos para imprimir las fotos y para transmitirlas, incluyendo una ampliadora con una cabeza de color para realizar las fotografías físicamente.
Una cuarta caja contenía una máquina de escribir manual y el papel con adhesivo para hacer los títulos que se pegaban en las impresiones que se transmitían. Además se cargaba un transmisor analógico para el envío de las fotos.
En este inventario no se incluye las cámaras o lentes de largos alcance necesarios para realizar la parte más básica de la producción de las imágenes que se envían a todo el mundo.




 Se utilizaba un transmisor analógico de tambor, como el modelo 16-S de la agencia UPI que se muestra arriba. 
La foto giraba en dicho tambor, mientras que una luz de láser la recorría lentamente produciendo una señal audible que emitía pitidos.Fuera de los aspectos pesados del trabajo, los tiempos de transmisión eran extremadamente largos.
Si tenían la suerte de conseguir una línea telefónica perfecta para el envío de la imagen, una fotografía a color tomaba un mínimo de 26 minutos para ser transmitida. El envío internacional requería el doble de tiempo, a veces hasta una hora por foto.
En 1988, Hasselblad AFP y el fabricante de una marca de cámaras introdujo el Dixel, el primer transmisor digital de 35 mm utilizado por los servicios de cable. Puesto a prueba por primera vez en los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary, el Dixel dio a la AFP una importante ventaja competitiva con respecto a otros servicios de cable.
La transmisión de una fotografía a color tomó alrededor de dos o tres minutos, y la calidad y nitidez no tenían precedentes. Los fotógrafos de AFP se sintieron aliviados dejando atrás voluminosos equipos de transmisión analógicos.
Sólo había un problema: El Dixel resultó ser una pesadilla en los viajes. La máquina era bien frágil, cumplía su papel en una oficina, pero era  dañado a menudo en su traslado, aflojándose las placas interiores del ordenador y la unidad de lectura óptica. El equipo relativamente pequeño tuvo que ser enviado en un estuche de viaje enorme, envuelto en un revestimiento de espuma de 12 pulgadas de espesor.
Los fotógrafos de AFP, en la práctica, se convirtieron a la fuerza en técnico aficionados procurando a menudo poner en marcha la frágil máquina. El Dixel llegó a ser tan poco confiable que pronto se volvió a llevar el material antiguo de imprenta como respaldo en caso de que no funcionara. Añadiendo otro peso enorme a la carga.
Después de un año, AP desarrolló el Leafax, un escáner autónomo y a la vez transmisor. La primera generación de despachos eran analógicos y tenía el mismo horario de transmisión largas, pero pronto AP desarrolló un modelo digital nivelándose con su competencia: la AFP.
Las cámaras digitales llegaron plenamente a la escena en 1994, permitiendo a los fotógrafos abandonar el sistema de películas beneficiándose del desarrollo de equipos fotográficos digitales a partir de 1996.
Al principio, las cámaras eran voluminosas y el tamaño de los archivos eran pequeños (alrededor de 1 megapíxel o menos) y una calidad de imagen que decaía en situaciones de poca luz. En una furiosa competencia por la cuota de mercado, los fabricantes de cámaras se apresuraron a hacer mejoras.
Se produjo un avance rápido hasta llegar al 2012: los fotógrafos de servicios de cable están utilizando cámaras que soportan hasta 22.3 megapíxeles, con una calidad de archivos de imagen sorprendente. Prácticamente no hay diferencia visual en la actualidad entre el desarrollo que alcanzó la fotografía en películas de 35 mm y las fotos digitales.
Todo el personal de fotógrafos también llevan los iPhones, que se utilizan para enviar las fotos a la web rápidamente rompiendo con situaciones de incomunicación. La calidad de imagen del iPhone a la luz de día es muy bueno.
Esto en cuanto al desarrollo del fotoperiodismo desde aquellos buenos viejos tiempos .......



viernes, 25 de mayo de 2012


Rolando Angeles y La Historia de una Imagen



Rolando Angeles fue un maestro de la fotografía periodística. Dió cátedra a sus discípulos en La República y con su sencillez amplió su influencia en muchos periodistas ochenteros y de los 90s. Junto a Virgilio Grajeda y Victor Ch.Vargas se consagraron como hitos del fotoperiodismo callejero. Fueron los primeros en explotar las cualidades del lente gran angular en sus cámaras analógicas (de 18 mm para abajo) para capturar sus instantáneas.

Eran épocas de mucha violencia en las calles, de cruentas manifestaciones estudiantiles y de trabajadores infiltrados por los extremistas de sendero y los tupacamarus. Esta imagen fue captada por su cámara en las afueras del penal de Lurigancho en donde los familiares de los senderistas efectuaban protestas. El sujeto golpeado en el rostro es un policía o militar que pretendió infiltrarse entre los manifestantes fotografiándolos lo que provocó la iracunda reacción de los extremistas.

Un fotógrafo de Caretas logró también perennizar la golpiza con una secuencia tomada en el mismo instante que la histórica foto de Rolando Ángeles, pero ninguna de las tomas se iguala a la trascendencia de la imagen captada por el genial reportero gráfico.

El, con su talento y bondad, partió de este mundo hace tres años dejando un gran vacío en el mundo periodístico.

lunes, 7 de mayo de 2012


Daniel Pajuelo: Imágenes y Anarquía de la Calle


Daniel Pajuelo en la Bienal de Fotografía de Lima

lunes, 19 de marzo de 2012


Homenaje al ojo inmune de la calle


Por Ghiovani Hinojosa
Fuente La República   18 de marzo de 2012
DANIEL PAJUELO: 
PESCADOR DE INSTANTES
Su hábitat eran los cerros de El Agustino, donde se movía como pez en el fango. El paradigmático fotógrafo Daniel Pajuelo Gambirazio retrató el lado más sórdido de la Lima: lugares, ídolos y usanzas marginales. Mañana lunes se inaugura en la Casa O’Higgins del Centro de Lima la exposición “La calle es el cielo”, que muestra el grueso de su trabajo a 12 años de su muerte. Aquí detalles poco conocidos de la vida del reportero gráfico que se hacía amigo de sus agresores.

“¿Dónde está el lugar al que todos llaman cielo?”, anotó Daniel Pajuelo en su libreta. Estaba tendido sobre su cama en un hotel de la ciudad de Mar del Plata, en Argentina. Era la primera semana de enero de 1999. Tenía un cigarrillo en los labios, y dos botellas de cerveza Quilmes esperando por él en la mesa de noche. El discman, que solía proveerle un fondo musical a casi todo lo que hacía, reproducía una canción de Luis Alberto Spinetta. Aquella que cuenta la historia del Capitán Beto, un aventurero que emprende un viaje sideral a bordo de una nave destartalada.
La pregunta que Daniel había escrito en su libreta parecía justa. Llevaba algún tiempo soportando fuertes dolores en la cabeza y una sensación inédita de cansancio. El 23 de noviembre de 1998 había apuntado en el cuadernito verde que llevaba a todos lados: “Hay algo en mi cerebro a parte del rollo, de ataque extraño, de afecto, de adormecimiento y bajón cerebral que me da en cualquier momento y me deja maltrecho”. Era entonces uno de los reporteros gráficos más cotizados del diario El Comercio. Precisamente había sido enviado a Argentina para cubrir los partidos del campeonato sudamericano Sub 20 de ese año. Cuando Daniel envió por internet las primeras fotografías que había tomado de los encuentros, la sala de redacción de El Comercio rebosó en desconcierto. Muchas de las imágenes estaban desenfocadas. Era algo insólito en un fotógrafo que tenía acostumbrados a todos a encuadres prolijos, focos precisos y mucha inteligencia. Por aquel tiempo, ya era famosa su reputación como pescador de instantáneas que destilaban humor, sarcasmo y marginalidad.
Al llegar a casa tras el viaje, su madre, doña Esperanza, le serviría una taza de té y notaría, preocupada, cómo él echaba la cucharadita de azúcar fuera de lugar. Empezaría a quedarse ciego. Maldeciría el mundo. Reservaría lo poco de vista que le quedaba para ver películas con sus hijos. Un tumor cerebral llamado astrocitoma lo sumergiría en el negro total. Como si estuviera condenado a pasar el resto de su vida en un cuarto fotográfico oscuro y sin salida. Pero eso ocurriría después. Ahora estaba despanzurrado en su cama, llenando la habitación de humo de tabaco. Spinetta le había puesto triste. Tomó su discman y cambió el CD por uno de la banda argentina Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Un grupo caleta, propio de su melomanía crónica. “Son más místicos los tíos, tocan 2 veces al año, no dan entrevistas, son muy herméticos”, puso en su libreta. Y, luego de pensar un rato, materializó un febril anhelo: “Ojalá algún día toquen en El Agustino y sepan lo que es bueno”.
“Esto es bueno”, les dijo Daniel Pajuelo a sus compañeros del diario El Mundo mientras abría su maletín. Acababa de llegar de una comisión periodística en la Cordillera del Cóndor, en Tumbes, adonde había ido a fotografiar la campaña de Susy Díaz al Congreso. Era la primera mitad de 1995. Ante la mirada atenta de sus colegas, fue tirando poco a poco de una pequeña prenda que rápidamente reveló su extravagante intimidad: era el taparrabos de Susy, una tanguita de flecos que la vedette había exhibido durante ese viaje. Ella tenía 31 años y no pocos seguidores, por lo que el objeto se convirtió rápidamente en una especie de trofeo de guerra. “Pajuelo se convirtió en el héroe de la jornada”, recordaría tiempo después Herman Schwarz, ex editor gráfico de El Mundo. “Así de pícaro era”.
En otra ocasión, en medio de una huelga de prostitutas en El Trocadero, convenció a una para que realizara una complicada contorsión sobre su cama. La mujer, cuyo rostro miraba al techo, flexionó los brazos y las piernas hacia atrás, y llevó el abdomen hacia adelante, formando una especie de araña humana. Una araña pulposa y sonriente. La fotografía forma parte del repertorio clásico de Daniel. En aquel tiempo, anotó en un cuadernito negro una reflexión que bien podría reflejar su talante desfachatado y anarquista: “El Trocadero no lo han cerrado por el sida, los chancros o las ladillas, como afirma un exagerado diario capitalino. Lo que pasa es que las meretrices decidieron librarse del yugo monopólico de la ‘MAMY’ e ingresar con todo a los tiempos modernos”. 
Daniel Pajuelo fue reportero gráfico de El Mundo entre 1994 y 1996. Fue su primera experiencia en prensa. Al inicio fue reticente a entrar al periódico porque temía tener que alejarse del mundo marginal, su escenario predilecto. Como miembro del proyecto Tafos (Taller de Fotografía Social), había pasado varios años recorriendo y fotografiando entornos precarios en todo el Perú. Una de sus tareas principales había consistido en enseñar fotografía a mineros y obreros de Morococha, La Oroya y Huancayo. En El Mundo trabajó con  periodistas como Esther Vargas y María Luisa del Río, y con fotógrafos como Martín Mejía y Nancy Chappell. También conoció a Malú Cabellos, su última compañera sentimental. Ella lo recuerda como alguien osado, fresco y exigente. Daniel solía esperar en la puerta del cuarto de revelado del semanario las reproducciones preliminares de sus negativos. A diferencia de la mayoría de reporteros gráficos, él era un experto laboratorista. Había convertido un baño inservible de su casa en un cuarto de revelado, en el que tenía los químicos necesarios para ampliar las fotografías de sus proyectos personales sobre los cerros de El Agustino. La fotografía en aquel tiempo era como la cocina, cada quien tenía su propia sazón. Y la de Daniel rebosaba en ají.
El primer lente fotográfico que tuvo Daniel Pajuelo fue la ventana del auto de su papá. Desde un borde de metal rectangular, descubrió que la realidad se podía enmarcar y que para hacerlo bien había que penetrar con la mirada. Don Isaías Pajuelo solía dejarlo esperando dentro del carro mientras se iba a hacer compras en el mercado de frutas. Delante de sí, el pequeño Daniel tenía la imagen de un monstruo de arena multicolor, el cerro El Pino, que deglutía con sus mandíbulas a cientos de inmigrantes provincianos. Le fascinó el cuadro. Años más tarde, volvió a este lugar y a otros tan o más tremebundos cuando trabajaba atrapando perros callejeros en un centro antirrábico de Comas. Disponía ya de un nutrido repertorio de maneras y frases pendejas, por lo que no le costó relacionarse y establecer amistad con los moradores de este mundo real maravilloso. Los cerros de El Agustino –el Agucho, para él– empezaron a ser su hábitat. Y sintió entonces la necesidad de inmortalizar la efervescencia: intelectuales de esquina, rockeros desaforados, putas desalmadas. Consiguió colgarse en el cuello una cámara Rollei 35s usada.
Daniel no era un foráneo que llegaba a tomar fotos, sino un chico de barrio que simplemente llevaba una cámara. Al formar parte natural del entorno, sabía cuándo disparar y cuándo no. Una noche caminaba por los linderos del cerro El Pino cuando un grupo de hombres lo interceptó.
–Oye, causa, necesitamos ese aparato tan pulenta: tenemos que quemarlo pa’ comer- gritó uno de ellos.
Daniel se sentó en una piedra mugrosa y lo miró tranquilo.
–Causa, me llamo Daniel y me dicen el Daniel, ¿quieres la lenteadora pa’ comer o pal’ pastel?
–Tengo dulce pa’ recetearme por una semana. Lo que no tengo es billete pa’ que coma mi hembra y los animalitos que parió.
–Habla, pues, así. Vamos a comprar pollo para tus hijos.
Esa noche, recuerda la mamá de Daniel, terminaron todos tomándose unas cervezas en la casa del ladrón. Daniel no sólo logró conservar su cámara, sino que también ganó un amigo protector en el cerro. En intentos de asalto anteriores, había bastado con prometer a los malhechores tomarles las fotos más lindas de sus vidas. Y claro, cumplir.
Daniel Pajuelo podía convertirse en amigo de su asaltante con naturalidad y sencillez. Podía tejer una red de contactos capaz de introducirlo en los círculos sociales más herméticos. Podía cultivar amigos que casi le rendían pleitesía. Podía engreír el ojo de miles de personas. Pero a veces no podía soportar el tráfago que era su vida familiar. A los 26 años tuvo sus primeros hijos, dos gemelos, que nacieron de una mujer llamada Violeta. Al poco tiempo, se separó de ella y empezó a ver a los bebés esporádicamente. Su vida de fotoperiodista viajero sólo complicaba las cosas. Un día de 1994 estaba dentro de un bus rumbo a Ica y fue invadido por “un sentimiento de culpa de padre ausente” debido al “hijo que ya manifiesta su disconformidad negando un beso sin mala intención”. Esto de acuerdo a los apuntes que hizo en la libreta que llevaba entonces. Aquella vez, apuntó también una frase temblorosa: “El sentirme un eterno deudor de sentimientos deberá tocar techa algún día”. El 7 de diciembre de 1995, el hombre que tenía siempre los pies bien plantados sobre el pavimento o la arena, anotó en su clásica bitácora: “A veces pienso que estoy tan lejos, realmente tan lejos, de la realidad, y que mi caparazón es inmenso, duro. Pero el día que se rompa voy a quedar totalmente demolido. Necesito llorar, tener sexo y dormir”.


Las capturas de Pajuelo tienen, según Herman Schwarz, esa “cosa medio dark”, ese vaho de sordidez que exuda una ciudad alterada. Una urbe que sufre traumas y mestizajes permanentes. Su fotografía ha sido tan poderosa que ha inspirado cuadros, como los del pintor Enrique Polanco, y una canción, Catalepsia, de Los Mojarras. Daniel murió a las 37 años el 14 de setiembre del 2000. Lo último que hizo fue mandar a traer a su casa una mesita de luz, como la de los médicos radiólogos, para ver de cerca los negativos de sus fotos. Quería sentir, aunque sea con el tacto, el sabor de sus incursiones marginales. Por fin lo había comprendido todo: la calle es el cielo. 
Pintura de Enrique Polanco inspirada en las imágenes de Daniel

domingo, 18 de marzo de 2012


Qué hace esa mujer en la Redacción


Suplemento VSD de La República, 30 de noviembre de 1984_Foto Manuel Vilca
(Estas jóvenes reporteras ya están hoy en base Cuatro… si no Cinco… ¿Las recuerdan? Viviana Ausejo, Vivian Goicochea, Jenny Blanco, Verónica Babestrello, Martha Marengo, Vicky Peláez, Hilda Sánchez, Jenny Blanco, Liliana Isasi, Mónica Chang, Charo Sheen, Mónica Delta).
Escrito por Juan Gargurevich
Una historia poco contada
En el periodismo del siglo 19 la pregunta debe haber sido frecuente:"¿Qué hace esa mujer en la redacción?". Y hasta bien entrado el siglo 20 no era normal contemplar a una doña tecleando al lado de los hombres en aquellas ruidosas salas llenas de humo atosigante y frecuentes exclamaciones soeces. La verdad, era rarísimo.
¿Cuándo llegaron las mujeres al periodismo? El problema es que habría que diferenciar entre las mujeres que a lo largo de siglos de nuestra historia escribieron en periódicos y las que hicieron del periodismo su forma de vida… tal como nos ha pasado a todos los que estamos en esto: por vocación y por necesidad.
El periodismo norteamericano luce a la intrépida Nellie Bly que fue contratada por Joseph Pulitzer para que diera al vuelta al mundo en menos días que la gran novela de Julio Verne, lo que efectivamente logró en 72 días. Y luego se hizo pasar por loca para introducirse en el manicomio de Nueva York y producir una serie de crónicas escalofriantes.
A partir de entonces, finales del siglo 19, la lista de periodistas mujeres es muy nutrida en el periodismo mundial y difícil de seguir (por lo menos por nuestra escasa información y ausencia de trabajos especializados).
¿Y en el Perú? La historiadora Aída Balta publicó en 1998 el libro “Presencia de la mujer en el periodismo escrito peruano (1821-1960)”. Hizo una clasificación sugestiva al dividir su revisión de la “presencia” en tres etapas: “Las Pioneras” (desde los tiempos coloniales hasta albores de la República), “Las veladas literarias y las mujeres periodistas” donde ya aparecen féminas aguerridas que fundan revistas y una tercera “Periodismo, bohemia y lucha social” donde un puñado de señoras comienza a instalarse en las redacciones. Balta se detiene al iniciarse la era del periodismo de televisión.
Más vital e informativo sobre las periodistas de los ochentas es el texto de Sonia Luz Carrillo “Las profesionales de la comunicación”, de 1994, pues hace entrevistas a profesionales muy destacadas que cuentan sus avatares y experiencias y muestran, en conjunto, un retrato de cómo era el periodismo para las mujeres en la década en que el periodismo se recomponía luego de la experiencia militar.
Encontramos poco material en Internet, pero destaca el texto de Mabel Barreto ¿Por qué en el Perú una mujer no dirige un periódico?
Angela Ramos fue la primera reportera
Veinteañera, de aparencia frágil, Angela Ramos (1896-1988) peleaba lugar en la redacción de El Comercio con la vehemencia de cualquier colega y no tenía problemas para compartir veladas pisqueras con los mayorcitos. Y si hubiera tenido físico se habría agarrado a trompadas con cualquiera.
Ingresó al Decano de La Rifa en 1918 de la mano del legendario “Racso” y pronto se hizo periodista profesional, de planta, que debía buscar la noticia cada mañana porque no era época de cuadro de comisiones:
“Lo primero que hacía era revisar la lista de pasajeros de los barcos que llegaban al Callao. 
Allí encontraba a la mayoría de mis personajes, pues no faltaba un polista, o una actriz, es decir artistas, políticos de notoriedad que merecían una entrevista. Los ubicaba fácilmente en el Hotel Bolívar… que yo convertí en mi centro periodístico”.
Eran los mejores años del periodismo pre-Leguía, de intenso combate político que tenía en los diarios su mayor expresión. El Comercio civilista (Pardo), La Prensa demócrata (Piérola), La Crónica (Leguía) y multitud de revistas en las que brillaban periodistas como Valdelomar, Mariátegui, Yerovi.
“Mi primer sueldo mensual fue de tres soles oro. Pero no asombrarse, las cosa, las cosas eran muy baratas. Se almorzaba por treinta centavos… Era la época en que César Miró, hoy gran escritor y periodista, ganaba sólo cinco soles”.
Se casó a los 22 con Felipe Rotalde, compañero de oficio, alegre y bohemio como ella y juntos hicieron una larga carrera que, como los buenos periodistas, transcurrió en varios diarios y revistas. Escribió en La Prensa, La Crónica, El Tiempo, La Noche. En las revistas Variedades y Mundial, y ya avanzando en su compromiso social, en la célebre Amauta que editaba José Carlos Mariátegui.
Buena parte de sus textos periodísticos ha sido publicada en dos tomos titulados “Una vida sin tregua”, en 1990, y allí puede apreciarse la soltura de su pluma, fresca y hasta agresiva cuando hacía falta.
Angela Ramos se radicalizó hasta el punto de ingresar al Partido Comunista pero en la versión original, la mariateguista. Luego se apartó de la militancia pero nunca abandonó su visión crítica, de reclamo de cambio social.
La conocí ya anciana, vivaz y habladora, con buena disposición a contar y recordar sus buenos viejos tiempos que fueron, los mejores, en los lejanos años veinte.
Primero Violeta Correa, luego Elsa Arana Freire
Mary Alvarez Deza, Luz Duarte Heredia, Nina Flores… ¿Quiénes eran? ¿En qué radio o periódico trabajaban? Forman parte del solitario cuarteto femenino que figuran en la extensa y masculinizada lista de fundadores de la Federación de Periodistas del Perú, en 1950. La cuarta era Angela Ramos, por supuesto.
En la otra institución, la Asociación Nacional de Periodistas, no había damas en la directiva de aquellos años (no sabemos si admitían socias). Y tampoco las encontraremos en los anteriores intentos de unir al gremio.
La presencia masculina era tan fuerte en El Comercio que hasta la Página de Sociales la encargaban a varones. Había por ahí una que otra en el archivo, la biblioteca, alguna traductora… pero la primera a la que se encargó una sección fue Violeta Correa.
Pedro Beltrán rompió el canon y llamó a la Correa para Sociales hacia 1955 y fue ésta quien contrató a la joven boliviana Elsa Arana Freire, quien años más tarde contaría: “El periodismo era una vocación desesperada, difícil sobre todo en razón del sexo. Las grandes plazas estaban copadas por los colegas masculinos. Con singulares excepciones, las mujeres no incursionaban en ese quehacer, salvo para hablar de modas y festejos, menús y pañales de infantes. Es decir, coser y bordar…”.

Exageraba un poco porque a esas alturas ya egresaban reporteras de los Institutos de Periodismo de San Marcos y sobre todo de la Universidad Católica, que se acercaban al periodismo por la vía de las revistas o las emisoras de radio. Donde no brillaban todavía era en la gran prensa cotidiana.
Y allí entró Elsa Arana, que luego de Sociales pasó a la redacción a codearse con lo mejorcito de aquella famosa generación del 50 del diario La Prensa. En 1957, por ejemplo, ganó el Premio Mergenthaler por su reportaje de siete tandas “Cien días en la barriada”. Luego formó parte de la fundación del suplemento “7 Días del Perú y el Mundo” donde es posible leer decenas de sus crónicas, en trabajo que fue interrumpido por el gobierno militar.
En 1972 hizo un informe sobre la difícil situación de la libertad de prensa en el Perú en la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa en Santiago y cuando retornó al Perú la policía la devolvió al avión que la llevó al exilio, rumbo a México. Los militares no soportaron su crítica.
No regresó hasta 1982 para unirse al grupo que intentaba salvar La Prensa y fue testigo de la debacle y el cierre del diario donde hizo su carrera. Volvió después a España donde murió en el 2008.
Dejó frases testimoniales y de aliento a la nueva generación: “Las muchachas de hoy que rellenan las universidades, las que ya no tienen miedo a la calle ni a la sombra, las que elevan su palabra para cuestionar, indagar, las que investigan y se queman las pestañas para superar sus conocimientos, son mis mejores amigas..”. (Debate. Nro. 55.Marzo/mayo. 1989. p,. 61)
¿Y Violeta Correa? Dejó el periodismo para seguir a Fernando Belaunde en su carrera política primero como su asistente y finalmente como su esposa… y Primera Dama de 1980 a 1985. Fue la primera periodista que llegó a Palacio.
Aquellos difíciles años 70…
En la década de los sesentas ellas estaban en revistas, en radio (brillaba la locuaz Diana García) pero muy pocas avanzaban en prensa diaria y menos en televisión. Por ahí aparecían en columnas femeninas (Ana María Byrne hacía el horóscopo en “Extra”), o en Sociales (como Carmela Garcés). 

En “Ultima Hora” tuvieron mayores espacios pero en columnas especializadas como Carmen Pitot (“Charlemos”), Carmen Sarria (“De mujer a mujer”) o la pionera Carmela de Rey (“¿Qué cocinaré?”) que luego pasó a la televisión.
Entre las que destacaban en la prensa chica estaba la empeñosa María Luisa García Montero, “Marilucha”, que publicaba donde podía y probablemente haya sido la primera coleguita que publicó sus semblanzas y entrevistas como libro (“Detrás de la Máscara”. 1963). 

En “La Prensa” dominaba el sector la ya citada Elsa Arana con su semanario “7 Días” y al terminar la década se incorporó a la redacción Jenny Vásquez Solís, nombre que habrá que recordar.
En los años siguientes, los setentas, fueron de gobierno militar y muy difíciles para los periodistas. “Expreso” fue tomado en 1970, los diarios principales fueron confiscados en 1974, y todos sufrimos de una u otra manera los bandazos de la política que se estabilizaría en 1980 con el retorno de los militares a sus cuarteles.
En 1972 el programa “CincoVisión” de Canal 5 presentó como locutora de apoyo a la citada y muy atractiva Jenny Vásquez quien sería sucedida por Many Rey. Jenny pasó a dirigir el programa de entrevistas a personajes “El público quiere saber” que duró unos cuatro años en Canal 5. Luego en el nuevo “24 Horas” el protagonismo lo tendría Amanda Barral. Pronto brillaría Zenaida Solís quien se mantuvo quince años en el canal de la av. Arequipa.
Y hay que recordar el paso por “Quipu” en Canal 4 (que dirigió Rafael Roncagliolo) de la brava reportera Rosa Málaga, integrante también del puñado de colegas femeninas de “Expreso” tales como Zoraida Portillo, Sara Beatriz Guardia, Maki Coronado.
En 1974 debutó en Canal 4 como presentadora de noticias Sonia Oquendo, la primera en llegar a ese rango disputándole el puesto a los caballeros. También leía Meche Solaeche y Linda Guzmán conducía un programa para mujeres.

(En las fotos, arriba Jenny Vásquez Solís, luego Sonia Oquendo, después Meche Solaeche y al final Mannie Rey y Roxana Canedo con Jorge Beleván.)

Una foto histórica: la redacción del diario “El Mundo” rodeando a su directora Blanca Rosales, la primera en conducir una empresa periodística en nuestra historia.“El Mundo,” un excelente diario de formato standard, se publicó en los años 95 y 96.
Estas damas tienen tanto para contar…
Las mujeres llegaron en masa al periodismo desde las Universidades que ofrecían la carrera. Primero la Católica, luego San Marcos, el Instituto Jaime Bausate y Mesa y con énfasis renovado la Universidad de Lima. Así, en los años setentas en diarios, radios y particularmente la televisión las damas comenzaron a compartir afanes noticiosos con los caballeros.
Acabaron los días en que las doñas estaban confinadas a las secciones de cocina o de consejos, para trabajar codo a codo con los varoncitos.
Seguir esta historia no es fácil porque habría que establecer generaciones y no sé con qué criterios. Quizá las Combativas de los años 70, o las Resistentes de los años 70… o las que llegaron con la Nueva Tv de los ochentas y que hoy conforman la veteranía del género. ¿Por la edad? Imposible.
Así que para terminar esta serie les voy a presentar a quienes creo que pasarán a la historia del periodismo nacional por actuación destacadísima en épocas y contextos determinados.
¿Cuál sería el criterio de elección? Fácil: que tienen mucho para contar. Y aquí vamos, en desorden alfabético, de edades y de política, solo periodismo relevante, en muestra mínima:

-Zenaida Solís. “Durante años” dice su biografía “fue el rostro de Panamericana Televisión” pues estuvo años en el Canal 5, luego pasó a la radio donde la escuchamos en Antena Uno, en CPN Radio en programas de comentarios y conversas a la par que publicaba entrevistas en Caretas. Académica, culminó la Maestría de Comunicación en la Universidad Católica. Afable, esforzada, profesional, Zenaida Solís es un buen ejemplo de lo que debe ser un (o una) periodista;

-Josefina Townsend. No siempre quiso ser periodista. Pasó por Historia, Arqueología, se hizo abogada hasta que comenzó a leer noticias en Canal 7. Y se quedó en el oficio, pasando a “Contrapunto” de Canal 9. Luego fue contratada por la famosa cadena CNN en 1993 llegando a ser la única peruana presentadora de primer nivel. Volvió al Perú y asumió el noticiero central de Canal N, del diario El Comercio, de donde renunció hace pocos meses por una cuestión de dignidad elemental. Tiene una inestimable experiencia;

-Cecilia Valenzuela. Asumió la dirección de un programa politico de TV en plena dictadura de Fujimori-Montesinos y lanzó la primicia de las dudas sobre la nacionalidad peruana del Presidente, lo que al final le costaría el cierre de “La Ventana Indiscreta”. Ha hecho mucho periodismo en prensa y TV (“Aquí Ahora”, “Sin Censura”, “Entre Líneas”) y hoy ha emprendido la aventura del canal propio. Ha dejado huella;

-Roxana Cueva. La periodista de investigación por antonomasia, realizó trabajos importantes en “1990 en América” (con Jaime Bayly),“Hildebrandt en Enlace Global”, “La Revista Dominical”, “Contrapunto”. 
Probablemente fueron sus reportajes los que provocaron que el fujimorismo se lanzara sobre Canal 2 y Baruch Ivcher. Esos trabajos debería publicarlos como aporte importante a la historia peruana y del periodismo;
-Mónica Delta. Controvertida, carismática, se hizo conocida en “Buenos Días Perú” al lado de Alejandro Guerrero, aunque en el gremio era ya popular porque presidía a los colegas que cubrían las actividades de Palacio de Gobierno (tiempos de Alan García). Luego estuvo en “24 Horas” y después lideró “Panorama” de Canal 5 (que dejó Guido Lombardi). Al descubrirse que el dueño de Canal 5, Schutz, había vendido la línea del Canal al gobierno de Fujimori y recibido millones de dólares las miradas se dirigieron hacia ella, a interrogarla cómo y de qué manera el noticiero que lideraba estaba al servicio del fujimorismo. Fue una situación difícil que resolvió marchándose a los Estados Unidos donde inició una carrera periodística de buen nivel. Regresó y publicó un libro de memorias. Actualmente ejerce la profesión en Canal 2 con la solvencia que la da la experiencia aunque debe lamentarse la pérdida del espíritu neutral original. Es académica, profesional cabal;
-Patricia Castro Obando. Es nuestra gran periodista “oriental” porque ha fortalecido su carrera en el Oriente y actualmente culmina estudios de doctorado en Pekín. Cronista experta (de la zona juvenil de “nuevo periodismo” de El Comercio) tuvo la oportunidad de cubrir la guerra en Afganistán, donde llegó incluso a vestir con “burka” para introducirse en zonas de guerra. Sus crónicas desde China son memorables. Será una grande de nuestro periodismo;

-Mariana Sánchez Aizcorbe. Gran corresponsal de guerra. Se inició en Canal 5 en el 95 y luego viajó a Nueva York para iniciar una carrera periodística en Univisión donde ganó un importante premio y fama que la llevaría a zonas tan riesgosas como Bosnia, Kosovo, aquella terrible guerra en la vieja Yugoslavia. Hizo reportajes para la BBC, CNN, Deutsche Welle, y estuvo muy cerca de la muerte. Su carrera no ha sido fácil. En Centroamérica perdió a su pareja, periodista como ella, asesinado cuando cubría informaciones.

Aquí me quedo. La lista es enorme. Que me perdonen por no ampliar información sobre Mávila Huertas, Claudia Cisneros, Valia Barak, Mariella Balbi, Rosa María Palacios, María Nadramia, Magaly Medina, Vicky Peláez, Mónica Chang, Patricia Salinas, Zenaida Mateos, Liz Mineo, Blanca Rosales, Rosa Cisneros, Patsy Adolph, Pilar Higashi, Charo Enciso, Susana Grados, Mónica Seoane, Pamela Vértiz, Rosa Málaga, Sol Carreño, Drusila Zileri, Sonia Goldenberg, Ana Luisa Martínez, Esther Vargas, Roxana Canedo… y un largo etcétera.